domingo, 17 de diciembre de 2017

LA LIBRERÍA


El libro es fuerza, es valor,
es poder, es alimento;
antorcha del pensamiento
y manantial del amor
”, Rubén Darío

En 1959, con los ecos de la guerra aún resonando en la memoria y la gente luchando para superar sus secuelas, una viuda, que intenta recuperarse de la devastación emocional por la muerte del marido, decide abrir una librería, The Old House Bookshop, la primera, en una pequeña localidad de la costa británica. El pasado.

Su amor por los libros (hilo emocional que la mantiene unida al recuerdo del esposo fallecido con quien compartía la pasión lectora) y su decisión chocan frontalmente con la soterrada oposición de los habitantes del lugar, liderados por la doña del pueblo que planea para el hermoso edificio elegido unos menesteres en los que esa librera, tan delicada de apariencia como resuelta, y su coraje no tienen cabida.

Entre trabas legales y bancarias, que buscan minar su resolución, relaciones con vecinos que callan más que hablan y solitarios paseos por unos paisajes de ensueño, Isabel Coixet (que, lo confieso, no se encuentra entre mis directoras favoritas) nos hace participes, con exquisita sensibilidad y contagiosa ternura, del proceso catártico de Florence Green (maravillosa Emily Mortimer) para superar el dolor de la pérdida y seguir adelante con su vida.

Una mirada crítica, no exenta de elegancia, sobre una comunidad pequeña que movida por la envidia e incomprensión se opone a cualquier cambio que pueda alterar el orden establecido. Gente moralmente fea.

Un hermoso relato sobre el encuentro, a destiempo, entre dos personas, Florence y el huraño Sr. Brundish (Bill Nighy), que se reconocen y, por encontrarse en diferentes momentos vitales, se añoran. El presente.

Christine, la pequeña ayudante de Florence, niña soñadora, fuerte e independiente, con una capacidad para analizar los hechos cotidianos y calar a las personas de una manera sorprendentemente madura para su edad. El futuro.

Y la revolución pacífica y silenciosa de los libros, auténticos protagonistas de la historia. Libros aborrecidos (el personaje interpretado por Bill Nighy destroza La inquilina de Wildfell Hall y otras obras de “esas odiosas hermanas Brontë”), libros para descubrir nuevos autores (Fahrenheit 451 de Ray Bradbury) y esperar anhelante su siguiente novela (El vino del estío), libros para escandalizar (Lolita de Nabokov) y seguir alimentando polémicas venideras.

Libros que acompañan. Libros que remueven. Libros que enamoran. Libros que calman la angustia. Libros que sanan el alma. Libros que permanecen. 

Para quienes adquirimos en la niñez el gusto por la lectura, es esta una película evocadora que nos retrotrae a todos aquellos momentos en los que la magia escondida en cada uno de los libros que devoramos en la intimidad nos liberó del miedo. Entre sus tapas olvidamos complejos e inseguridades que, a medida que cumplimos años, fueron disolviéndose, quedando sus restos adheridos a las páginas de los cuentos y novelas que nos enseñaron a pensar, aceptarnos y cuestionar.

Los adictos a la tecnología se aburrirán.

No hace falta quemar libros si el mundo empieza a llenarse de gente que no lee, que no aprende, que no sabe...”, Ray Bradbury


Crítica publicada en DCLM  y CLM24.

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