domingo, 10 de septiembre de 2017

La ley de la hospitalidad





Tu padre no lo dice, pero me mira mal....


La rivalidad entre las familias americanas Hatfield y McCoy se desarrolló durante los años 1863 y 1891 en Virgina Occidental y Kentucky. Comenzó durante la Guerra Civil americana, continuó con distintas situaciones pintorescas, como el robo de cerdos, amoríos prohibidos, peleas de bar, y pronto escaló a puñaladas y tiros. Finalmente, el caso se hizo famoso en EE. UU. Tras acabar en una masacre, la justicia tomó cartas en el asunto y la cosa se diluyó a finales del Sg XIX, no sin antes pasar a formar parte del folclore americano.


Esta tremenda historia inspiró a un joven Buster Keaton (1895-1966) en su película “Our hospitality” (La ley de la hospitalidad, 1923). En ella, Willie McKay, joven superviviente de la rivalidad entre su familia y los Canfield, regresa a su pueblo para tomar posesión de la vivienda familiar tras haber vivido refugiado en Nueva York durante años. Durante su viaje en el tren, no se le ocurre otra cosa que enamorarse de una hermosa chica, Virginia…Canfield. Por cierto, papel interpretado por su propia mujer, Natalie Talmadge.


Ya el propio viaje de tren resulta épico. Keaton reproduce fielmente los primeros trenes de los años 30, con tres vagones, una locomotora inspirada en la “Rocket” de Stephenson, y varios kilómetros de vía. El trayecto no va a resultar nada sencillo…

A Buster Keaton le gustaban los trenes, aspecto que desarrollará aun más en su famosa película de 1926, “El maquinista de la General”.


En Our hospitality, Buster Keaton, que no utilizaba dobles en aquella época, demuestra sus habilidades circenses en arriesgadas escenas en los rápidos de un río y en una catarata, que casi le cuestan la vida.

Pero más allá de la sorprendente calidad de las escenas de acción en una película de casi 100 años, impresiona la elegancia del guión, limitado por los carteles del cine mudo y la estupenda interpretación los actores. Keaton transmite humanidad, ingenuidad y humor a pesar de su cara aparentemente inexpresiva, en una crítica a las costumbres sociales y al honor mal entendido.


Una película “viejuna” que sigue enganchando al espectador, disponible en Youtube.