martes, 22 de septiembre de 2015

Justified

Uno de los mejores duelos de la TV te espera en Justified
 
 
Miami, una piscina de lujo. El marshall Raylan Givens se planta en la mesa de un mafioso, y le conmina a abandonar la ciudad antes del amanecer. Al mafioso en cuestión no le hace mucha gracia la chulería de Givens, y acerca peligrosamente la mano a su automática. La mano de Raylan tampoco anda lejos de la suya…
Así arranca Justified (La ley de Raylan), la excelente serie americana que durante seis temporadas sigue las andanzas de Rayland, un conflictivo pero eficaz marshall, estupendamente interpretado por Timothy Olyphant, que ya contaba con experiencia como sheriff en la extraordinaria serie Deadwood . La serie se basa en las novelas negras de Elmore Leonard, un escritor a medio camino entre la novela, el cine y la televisión.
Los Marshall son un cuerpo federal de policía judicial, creado en 1789, y se encargan de perseguir a fugitivos, transportar a presos, y labores de apoyo judicial.
Volviendo a la serie, la actitud de Raylan, próxima a un sheriff del siglo XIX, le lleva a ser castigado con un destino nada sencillo: la ciudad de Lexington, en el sureño estado de Kentucky. Y ahí se tendrá que enfrentar con los peculiares personajes de su condado natal, Harlan, empezando con su padre, con el que no tiene la mejor de las relaciones.
La serie trata el mundo de la América profunda, especialmente el de los blancos pobres (white trash); algunos honrados (mineros), y otros, traficantes de poca monta, delincuentes, supremacistas blancos, y un conjunto de paletos memorables. Entre todos los personajes, destaca Boyd Crawder, un delincuente con aspiraciones, estupendamente interpretado por Walton Goggins, que  ya bordó un papel similar en la serie The Shield. Sus apariciones no tienen desperdicio, y su rebuscado y sureño inglés, tampoco.
La serie rebosa de humor negro, acción y violencia, pero también contiene una parte de reflexión y crítica de las desigualdades sociales. Se comienza a ver como un entretenimiento, pero se acaba descubriendo una de las mejores series actuales, que además cuenta con una estupenda banda sonora, al menos para los amantes del bluegrass y las músicas sureñas.
Y si quieres conocer más sobre la serie, aquí tienes un artículo muy completo que me recomendó Enrique.
Una serie para disfrutar y reflexionar…como dice Giliam Welch en su preciosa canción “Annabelle” , we cannot have all things to please us…

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Anacleto: agente secreto

Corría el año 1964 cuando Anacleto (mi nombre es Cleto, Ana Cleto), el más elegante espía patrio, salía por primera vez de su anonimato y se dejaba ver en la revista “Pulgarcito”.

Moreno, pelo negro, flequillo rebelde incluido, nariz alargada, impecablemente vestido, nunca sin su pajarita. En lugar de vodka Martini “agitado, no revuelto”, un sempiterno cigarrillo en la boca que no le abandona ni en sus peores momentos.

Enfrente el malvado Vázquez, alter ego de Manuel Vázquez Gallego el creador del personaje, empeñado en hacérselas pasar canutas a nuestro 004 (le falta mucho para ascender a 007), ya sea en mitad del desierto o en el Baix Empordà.


Tras años sin saber de él, nuestro agente reaparece, peinando canas, para trasladar de celda a su archienemigo a quien encerró hace 30 años. Vázquez, gracias a un cutre plan y unos esbirros más cutres aún, logra escapar jurando vengarse de Anacleto & Son.

Así, de golpe y porrazo, Adolfo, un treintañero pelín vago, sin ambición, que nunca encuentra el momento para sacarse el carnet de conducir, se entera de que su padre, a quien siempre ha visto como un cabrón butifarrero en realidad es un cabrón, sí, pero espía. Sin apenas tiempo para asumirlo, la masía familiar se convierte en un campo de tiro donde disparas, aunque no apuntes, o te disparan. Se forma tremendo cisco en Casa Tarradellas y es entonces cuando se supone que se desata la acción delirante, las situaciones cómicas, descacharrantes… pero no se escucha ni una sola risa en la enorme sala. ¡Mala señal!

Todo parece forzado. Te sientes empujado hacia una carcajada que nunca llega a producirse. Gags gastados, chistes fáciles, actores a los que estamos hartos de ver hasta en la sopa (como Eduardo Gómez Manzano) en papeles repetitivos y una acción que transcurre siempre a medio gas. Ni siquiera la vena cómica de Quim Gutiérrez (que la tiene) ni cómo le sienta el esmoquin (que le sienta de maravilla) son suficientes para salvar la situación. Falta guión, guión y guión.

La película es simplona, nada cachonda, floja, muy floja, y no puedo entender cómo, a diferencia de “Un día perfecto”, de León de Aranoa, el común de los críticos parece considerarla algo digno de ver.

Sigo pensando que en España nos pierde el empeño en seguir haciendo comedietas, sin pizca de gracia, que lo único que consiguen es zancadillear el trabajo que desde otros géneros, como el de terror o el thriller policiaco, están haciendo diferentes directores para devolver a nuestro cine el reconocimiento que merece y que nunca debería haber perdido.

Lo único que mereció la pena fue que, entre la insoportable cantidad de anuncios que nos colocaron al principio (¡luego dicen que cada vez va menos gente al cine!), pudimos verle a él, al inigualable, al guapísimo, al autentico 007, es decir Daniel Craig, en el tráiler de “Spectre”, la vigesimocuarta película de James Bond, dirigida nuevamente por Sam Mendes.


¡Esa sí que no pienso perdérmela!