domingo, 2 de marzo de 2014

La gran belleza, il dolce far niente.

Los fiestones de La gran belleza sólo pueden compararse con los saraos del Lobo de Wall Street...
 
Verano en la maravillosa ciudad de Roma. Un grupo de intelectuales, ricos aburridos, artistas de moda, políticos corruptos, nobles venidos a menos, clérigos, periodistas y demás fauna de la jet set matan las horas muertas yendo de sarao en sarao. Lo mismo organizan un fiestón en un palacete renacentista, que asisten a la última performance alocada en alguna ruina cerrada para ellos, pero tampoco están dispuestos a perderse la llegada de una santa a la ciudad eterna...
El maestro de ceremonias de esta intensa vida social es el escritor Jep Gambardella (Toni Servillo), que triunfó de joven con un solo libro, y ha sido el centro de la vida social romana desde entonces. A sus 65 años, ya de vuelta de todo, continua con su alocada vida más por inercia que por convencimiento. Aunque sigue moviendo la tibia y el peroné con todo de tipo de ritmos latinos y discotequeros, comienza a darse cuenta que ya no le queda tanto, y va intercalando momentos de pedo y desmelene con ratos de nostalgia de lo que pudo haber sido su vida y su gran amor. ¿Se replantará su vida vacía, escribirá un nuevo libro, intentará comenzar de nuevo? Esta es la historia un tanto deprimente que nos cuenta de manera magistral el director napolitano Paolo Sorrentino en su última película “La gran belleza”
De él sólo conocía la estupenda “Il Divo”, basada en la vida del político Gulio Andreotti. La película me gustó mucho por su manera original de narrar la historia, uniendo al interesante guión una estética muy cuidada. En La gran belleza, el impacto visual y estético es todavía mayor. Los paseos matutinos del protagonista por una Roma casi desierta al amanecer, los preciosos palacios y monumentos, el tranquilo fluir del Tíber... hacen que Roma sea el telón de fondo perfecto para esta historia de decadencia. Todas las capas de la civilización romana, desde la antigüedad clásica, pasando por el renacimiento y el barroco, se funden con la estética un tanto falsa del arte contemporáneo, y la mezcla resultante es impresionante. La fotografía y la preciosa banda sonora nos sumergen en un mundo agotado pero bellísimo…
Esta película ha cosechado muy buenas críticas, ha sido comparada con obras como “La Dolce Vita” de Fellini, ha sido premiada y está teniendo mucho éxito en el circuito de cine no comercial. De hecho, lleva programada tres meses seguidos en los cines de versión original en Madrid.
 
 
 
 

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