domingo, 26 de agosto de 2012

Headhunters

 Esta es una de esas películas de la cual no has oído hablar pero que, ante la pésima oferta del verano, eliges simplemente por descarte de las otras. Y entonces ocurre que, de repente, te encuentras con algo que no esperabas: una mezcla de thriller, film de acción, espionaje y humor que te engancha y sorprende desde el minuto uno.

Un director desconocido de nombre casi impronunciable, Morten Tyldum, nos presenta una estupenda historia con un elenco de actores también desconocidos, excepto Nikolaj Coster Waldau, actor danés famoso en el mundo entero, por su soberbia interpretación de un malo que está muy bueno (no hay más que contemplar la foto): Jaime Lannister en “Juego de tronos”.
Aparentemente vamos a introducirnos en la aburrida vida de Roger, un frío y estoico cazatalentos noruego, acosado por las deudas que acumula gracias a su empeño por vivir muy, pero que muy, por encima de sus posibilidades, casado con una imponente mujer que igualmente, dada la más que evidente diferencia de atractivo físico entre ambos, también parece por encima de sus posibilidades, lo cual le genera bastante inseguridad y estrés.

Enseguida nos enteramos de que el inexpresivo Roger cuenta con otra fuente de ingresos, en apariencia segura y fácil. Cuando aparece en escena el atractivo Clas Greve se enmaraña tanto su matrimonio como su doble vida, lo que le obligará a comportarse de una manera que nunca hubiera imaginado.

La película, que arranca de manera suave, te introduce de golpe en un paroxismo de violencia, sangre y muerte que te deja literalmente pegado a la silla. El ritmo se vuelve vertiginoso, casi no puedes seguirlo.

Aunque en muchas ocasiones crees adivinar lo que está pasando y casi empiezas a perder el interés, el guión es tan bueno que está repleto de trampas en las que el espectador incauto cae una y otra vez, sin llegar a saber cuál será el desenlace hasta el final. Y todo eso sin olvidar las perlas de humor macabro, escenas muy bestias, sí, pero que te arrancan más de una sonrisa.

Pese a la velocidad con que todo sucede asombra el perfecto engranaje en el que se inserta cada palabra, cada escena, cada detalle por nimio que parezca. Todas las piezas tienen su lugar en el genial puzle final que es la película.

¡La recomiendo!

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