viernes, 19 de noviembre de 2010

Hablemos de sexo

Lo prohibido, lo oculto, lo que sigue provocando risitas nerviosas, lo que todos negamos y muchos anhelamos, de lo que hay que saber aunque no tengas ni idea, de lo que hay que presumir aunque puede que nunca te haya gustado, de lo que tienes que renegar aunque te guste mucho…

Si te declaras asiduo practicante te catalogan de obseso, si niegas practicarlo de reprimida. ¡Cuantas visiones distintas de una misma cosa!.

Mirando atrás recuerdo el momento exacto de mi despertar sexual y recuerdo exactamente qué lo provoco, bueno más bien quién: Sandokan, el tigre de Malasia, el personaje creado por Emilio Salgari y que interpretó en la serie de televisión el fascinante Kabir Bedi. Estaréis conmigo en que elegí un ejemplar de macho espectacular: Ojos hipnóticos, labios carnosos, físico imponente y un personaje fuerte, intrépido y aventurero. ¡No me perdía un episodio y era verlo en pantalla y sentirme desfallecer!.

Ahora mirando la fotografía, aunque me sigue pareciendo igual de guapo, me acabo de dar cuenta de que mi mapa erótico-afectivo-sexual masculino estaba condicionado por la religión, ya que la mayoría de imágenes de Jesucristo que existen lo representan como un hombre de pelo largo, con barba y ojos claros. ¡Que gracia, placer y pecado unidos!.

Inicie mi formación sexual literaria con “El amante de lady Chatterley”, del escritor D.H. Lawrence, novela que supuso un gran escándalo para las mentes pacatas de su época (http://www.primeravistalibros.com/fichaLibro.jsp?idLibro=332). "El Decamerón”, “Los cuentos de Canterbury”, “Historia de O”… Por cierto en “Conflicto social y conducta desviada”, una de las asignaturas de mi carrera, obtuve un sobresaliente debido, sobre todo, a la parte de conducta desviada en la que se estudiaban perversiones y practicas sexuales varias de las que ya estaba ampliamente informada dada mi “malsana” y “nunca suficientemente satisfecha” (je, je) curiosidad por esos temas.

Lo bueno que tiene la literatura es que te orienta a la vez que estimula tu imaginación y tú misma decides la cara y el cuerpo que les pones a los personajes, algo que en el cine ya te viene impuesto. Además el sexo en el cine está dominado por una visión falocéntrica: Un macho fuerte, que no puede controlar su deseo y que necesita poseer a la hembra con urgencia. Un ejemplo que ilustra lo que es un “buen polvo” cinematográfico es LA ESCENA con mayúsculas de “El cartero siempre llama dos veces”, no la versión en blanco y negro de 1946 con una sensual Lana Turner, mucho más erótica, sino la película dirigida por Bob Rafelson donde un salvaje Jack Nicholson protagoniza un encuentro sexual con la exuberante Jessica Lange con un realismo tal que incluso se dijo que el sexo había sido real (extremo que ambos negaron). Lo cierto es que te ponía a cien… ¿o no?.

Por sugerente y efectiva me quedo con la escena del beso entre Burt Lancaster y Deborah Kerr en una playa desierta, en “De aquí a la eternidad” película dirigida por Fred Zinnemann. Aunque hoy puede parecer mojigata, escandalizó a la puritana sociedad americana de los años cincuenta, no tanto por el beso en si mismo sino porque lo daba una esposa adultera que no ocultaba su necesidad de atención y sexo.

Más reciente y explicito el polvo en la escalera entre “VIGORRR” Mortensen y María Bello en “Una historia de violencia”, donde el primero hace un alarde de movimiento de caderas, que cuantos quisieran para sí, al tiempo que nos deleita con un primer plano de su culo (algo poco usual ya que los culos que se suelen ver en pantalla son los femeninos).

En “Monster´s ball”, una de mis películas favoritas, tiene lugar otra escena de sexo memorable e intensa, aunque teñida de dolor, rabia y desesperación, casi una catarsis, entre Hank (Billy Bob Thornton), un ultraconservador y racista empleado del corredor de la muerte, intransigente y agresivo, y Leticia (Halle Berry) una mujer de color que acaba de perder a su marido en la silla eléctrica. Aquí el sexo es brutal, violento y a la vez hermoso. Una liberación, una curación de las almas a través del desahogo de los cuerpos. Francamente es inolvidable como toda la película en sí. Y que decir de Billy Bob salvo que Angelina Jolie tiene una suerte increíble en cuestión de hombres: Primero se cepilló a éste y ahora a Brad Pitt.

Pero sin duda nadie ha sabido escenificar el deseo sexual femenino como Jane Campion en “El piano”. La relación entre Ada McGrath (Holly Hunter) y George Baines (Harvey Keitel) se inicia sin palabras, a través de la música, de una manera suave y contenida. Cada encuentro supone un nuevo peldaño en el descubrimiento del erotismo. A medida que ambos se van liberando de la rigidez de sus ropas, van dado rienda suelta a un deseo que vibra desde la primera mirada, que se enciente con el roce más leve y que termina desbordándose cambiando toda su existencia.
Es un erotismo electrizante que te cala hondo y que despierta en el espectador un deseo sexual reprimido, el ansia de experimentar lo mismo que estás viendo.

Y para terminar el animal por excelencia, la encarnación misma de la sexualidad, la personificación del macho alfa: Marlon Brando, en camiseta, llamando a gritos a su mujer: “Estelaaaa” en la fantástica “Un tranvía llamado deseo” de Elia Kazan….






… ¡Simplemente un tranvia arrollador!.

2 comentarios:

  1. ¡Que bueno! Queda inaugurada una nueva sección sobre escenas eróticas en el cine. Curiosamente no existe apenas buen cine erótico como género, ¿por qué será?
    Abrazos, Juan

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  2. Te alabo el gusto Teresa. El atractivo de Sandokán es inegable pero Marlon Brando, especialmente en "Un tranvía llamado deseo" es probablente el animal más bello que nos ha dado el cine a las mujeres...Si te queda así la camiseta y tienes esa mirada turbia y al tiempo de niño perdido, se te perdona todo lo demás...

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